El quinto técnico desde la salida de Eduardo Berizzo y aún el Capo de Provincia no logra afirmarse como el capo que es...
Por: Andrés Sepúlveda
Pareciera que el sistema de juego de Marcelo Bielsa instaurado en Chile enamoró al hincha celeste. Un enamoramiento que los mismos dirigentes incentivaron con llegadas como las de Jorge Sampaoli, o el mismo Toto Berizzo, Cristián Arán, Facundo Sava y Gabriel Milito, quienes seguían por lo menos un lineamiento ofensivo. En menor manera Jorge Garcés, Fantasma Figueroa, Ivo Basay y Pablo Vitamina Sánchez, que de igual forma intentaban plasmar un juego ofensivo.
Un sin fin de técnicos que dirigieron a O’Higgins luego del ascenso, y que obviamente entendemos que luego del título del 2013 con el ex ayudante de Marcelo Bielsa, el éxito debiese llegar por esa línea. Pero el fútbol ha demostrado que el sistema de jugo jamás será único y que los éxitos no están condicionados por un estilo.
Pareciera que luego de la salida de Gabriel Milito, la dirigencia celeste intentó cambiar el rumbo. Se cortó un proceso que tenía una identidad pero los resultados tardaban en llegar. En este torneo, en el monasterio los ideales cambiaron, la visión del fútbol mutó y las formas de enfrentar los partidos se modificaron, creyera que ya no se confía en los procesos, en el trabajo a largo plazo o un mismo lineamiento táctico que viene desde el 2008.
Venir de Jorge Sampaoli, Eduardo Berizzo, Cristián Arán y Gabriel Milito no es fácil, no por los logros, sino por su sistema táctico, su forma de trabajo y su estrategia para ganar los partidos. El hincha se acostumbra, se enamora y se apasiona por un sistema de juego. El pragmatismo en Rancagüa pareciera que jamás gustará, el juego ofensivo está instaurado, la forma de jugar muchas veces está sobre el resultado para muchos y arroparse o replegarse no está en la identidad del jugador ni hincha del Capo de Provincia. Los lineamientos entre el fútbol joven y el primer equipo debiesen ser siempre el mismo.
En estos cinco partidos, los celestes suman cuatro caídas consecutivas y nueve goles en contra. Si somos rigurosos, este nuevo sistema táctico no ha dado resultado. Si tomamos el inicio de año, con Gabriel Milito, en cinco partidos disputados le convirtieron en cuatro oportunidades, además si consideramos los goles convertidos por los celestes en esas cinco fechas, fueron ocho contra los tres de esta segunda rueda, donde uno lo anotó Albert Acevedo (defensa) y los otros dos jugadores que no son titulares (Ramón Fernández y Fabián Hormazábal). El poder de gol ha disminuido y la posesión de balón ha sido de un 51,2% en estos cinco partidos, muy por debajo de lo que O’Higgins está acostumbrado.
A los celestes les incomoda no tener la pelota o esperar al rival durante varios pasajes del partido y eso se ve reflejado en el encuentro. Los reproches se generalizan en la cancha cuando alguno demora, revienta un balón o no sale jugando al pie, o con transiciones muy largas donde jugadores como Nicolás Oroz, Ramón Fernández y Matías Vera no pueden realizar el fútbol que más les acomoda. Balones divididos que Pablo Calandria o Nicolás Mazzola solo tienen que aguantar y esperar que les comentan infracción. Jugadores como Maximiliano Salas, Agustín Gutiérrez y Pedro Muñoz, preocupados más de marcar que de llevar peligro al área rival. Todo esto se ve reflejado solo en nueve minutos de juego, donde con un adelantamiento del equipo y el ingreso de Pablo Calandria y Nicolás Mazzola, O’Hggins jugó y atacó e hizo ver mal a la U.
1 comentario:
Por más que traigan a Bielsa, no hay equipo, tan tan
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